Terrible, seductora e ingenua, características de una dama
caprichosa.
¿Quiénes han de fijar sus ojos en ella? Aquellos ingenuos que se dejan llevar por la mirada, que engañan a sus corazones con tal de ver un rostro bonito y unas pestañas largas moviéndose al compás de un disco trillado de los sesenta.
Pierden, pues, aquellas que no saben el arte del coqueteo. Que no saben seducir con la mirada, que no saben sonreír como lo hacía la divina Marilyn Monroe.
¿A quién engañamos, entonces? Queridos amigos, los ojos nos enredan, no nos permiten ver que hay detrás de aquella sonrisa de revista, manos bien cuidadas y vestidos de alta costura.
¿Quiénes han de fijar sus ojos en ella? Aquellos ingenuos que se dejan llevar por la mirada, que engañan a sus corazones con tal de ver un rostro bonito y unas pestañas largas moviéndose al compás de un disco trillado de los sesenta.
Pierden, pues, aquellas que no saben el arte del coqueteo. Que no saben seducir con la mirada, que no saben sonreír como lo hacía la divina Marilyn Monroe.
¿A quién engañamos, entonces? Queridos amigos, los ojos nos enredan, no nos permiten ver que hay detrás de aquella sonrisa de revista, manos bien cuidadas y vestidos de alta costura.
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