Comprendí por qué el dolor físico le era tan
satisfactorio.
Llevaba quizá años lidiando con esa amargura que le consumía el alma. Ese tipo
de melancolía que se te pega sin saber cómo ni por qué.
Tal vez sólo buscaba liberarse, buscar un método para que aquella sensación de
soledad no terminara por consumirla entera.
El dolor físico era su escapatoria. Era una forma de adormecer todo el dolor
que le proporcionaba su desastrosa mente.
Pues, ¿Qué era el dolor de la piel comparado con el del alma?
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