miércoles, 8 de julio de 2015

Trastorno

Era una dicotomía permanente, una guerra sin tregua, un pasado sin futuro.
Debía frenar el paso desenfrenado por el cual me estaba conduciendo.
¿Cómo era de esperarse que todo aquello fuera capaz de abundar en sólo una persona?
Toda aquella vorágine, esa incesante persecución de ideas y ese dialecto tan amplio que emanabas porque sí.
Me apresuré demasiado al pensar que podrías quererme del mismo modo en que lo hacía yo.
Prácticamente me obligué a crear una imagen utópica de ti en mi cabeza, pero ¿De qué sirvió, si al fin y al cabo, no resultabas real?
Quizá nunca debí idealizarte, así tal vez la decepción no hubiese sido tan brusca.
Y ahora te limitas a vagar en mis recuerdos, a hacerte notar de vez en cuando en mis ideas y a presenciar mi insomnio con una dócil sonrisa en la cara.


martes, 7 de julio de 2015

Dolor

Comprendí por qué el dolor físico le era tan satisfactorio.
Llevaba quizá años lidiando con esa amargura que le consumía el alma. Ese tipo de melancolía que se te pega sin saber cómo ni por qué.
Tal vez sólo buscaba liberarse, buscar un método para que aquella sensación de soledad no terminara por consumirla entera.
El dolor físico era su escapatoria. Era una forma de adormecer todo el dolor que le proporcionaba su desastrosa mente.
Pues, ¿Qué era el dolor de la piel comparado con el del alma?